Bienvenidos-as a este reto analítico, somos una revista digital que nace como un acto provocador para abrir y ampliar el debate afrodescendiente en la región. Creemos firmemente en los procesos organizativos, de hecho muchos años hemos militado en ellos y seguimos luchando por la causa de los pueblos afros. Hoy lo hacemos desde otra trinchera, la del pensamiento, la de la palabra con honestidad intelectual, sin banalidades pero con firmeza. Este será un espacio plural, reflejando la diversidad de pensamiento que coexiste entre las distintas corrientes del Movimiento Afro. Enriquecer la opinión de los-as lectores-as a través de las conversaciones y el diálogo, será nuestra mejor ganancia en este contexto.
Priorizamos que el contenido esté narrado, analizado o creado desde la mirada, experiencias y saberes de las comunidades afrodescendientes y africanas, evitando enfoques externos o paternalistas. Reivindicamos la autonomía narrativa, la revista será un espacio donde la comunidad hable por sí misma, con sus propias voces, lenguajes y prioridades, sin intermediarios que filtren o distorsionen su realidad. Un marco teórico y cultural que coloca a las historias, aportes y luchas de la diáspora africana en el centro del discurso frente a miradas eurocéntricas o marginales.
Nos convoca saber que en el marco de nuestras dinámicas sociales, culturales, políticas, es fundamental impulsar nuevos paradigmas, nuevas líneas de pensamiento, la autocrítica como herramienta de liberación. Destacar que un movimiento social fuerte no se construye con complacencia, sino con honestidad. Cuestionarnos dónde están las falencias del movimiento afro es nuestra obligación, para salir de la retórica y consolidar la acción. Evitar que se usen a nuestros líderes como símbolos sin cambios reales, aspecto que suelen hacer los gobiernos o las ong’s. Discutir sobre el racismo performativo por ejemplo: ¿Solidaridad de hashtag o compromiso real? Es posible debatir sobre las criticas a quienes se suman a las luchas afro solo cuando es tendencia, pero no apoyan políticas concretas. ¿Las empresas e instituciones hacen “gestos vacíos” (como publicar memes el 25 de julio – Día de la Mujer Afro) pero no contratan o invierten en comunidades?
Siempre hablamos de Unidad….sueño o utopía, pero y si nos preguntamos sobre la ansiada unidad o la fragmentación? Los peligros del divisionismo en el movimiento afro. Se vale señalar por ejemplo cómo las “disputas internas” (por liderazgos, ideologías o egos) debilitan la lucha colectiva, o cuestionar si hay “elitismo” dentro del movimiento (activistas urbanos vs. bases comunitarias). Más allá del folclor: La lucha afro no es solo cultura, es política y economía. Advertir sobre el riesgo de reducir lo afro a “danza, música y gastronomía”, sin exigir derechos territoriales, educación antirracista o reparaciones. Exigir que los Estados pasen de lo simbólico a lo material (ej: presupuestos para salud afro, titulación de tierras).
Hablemos de los Afrodescendientes en el poder: ¿Cambio real o asimilación al sistema? Analizar si los líderes afro en cargos públicos, rompen con el racismo estructural o solo reproducen lógicas de opresión. Ejemplo: ¿Hay gobernadores o ministros-as afro que ignoran demandas históricas de sus comunidades? Hablemos entonces de cómo los gobiernos progresistas y de izquierda nos ven y usan, de cómo incorporan nuestras agendas en el discurso y no siempre en la gestión política. ¿Será que la afroderecha esta presente en nuestros procesos? "El silencio incómodo: Racismo interseccional dentro y fuera de la comunidad. "Abordar el “colorismo” (privilegio de pieles más claras) y la misoginia negra, dentro de las propias comunidades. Criticar a quienes condenan el racismo pero callan ante la LGBTQ+fobia o la discriminación a afroindígenas. ¿Dónde están los jóvenes y las nuevas voces? El movimiento afro no puede anquilosarse.
Cuestionar a las dirigencias tradicionales, dan espacio a las nuevas generaciones o repiten discursos desgastados? Promover la innovación en el activismo (arte digital, podcasts, hacktivismo antirracista). Solidaridad global sin paternalismos: De Black Lives Matter a las luchas afrolatinoamericanas. Rechazar la mirada desde EE.UU. o Europa que ignora las particularidades del racismo en la región. Podemos preguntarnos: ¿Cómo construir alianzas sin caer en imposiciones culturales? Podemos hablar de solidaridad con otros pueblos, el palestino por ejemplo? o buscamos solo que se nos reconozca y la solidaridad venga de otros hacia nosotros.
La temática es amplia y diversa, como por ejemplo Medios y representación: ¿Quién cuenta nuestras historias? Denunciar a los medios tradicionales que blanquean o exotizan lo afro, pero también a las revistas "diversas" que solo incluyen voces light. Exigir narrativas propias, sin filtros blancos o editoriales condescendientes. Reparaciones: Entre el discurso y la acción, más que indemnizaciones, demandar “políticas de justicia reparativa”: acceso a tierra, educación con perspectiva afro, salud intercultural. ¿Por qué en países como Brasil o Colombia hay leyes de cuotas pero persiste el genocidio negro? Tanto por decir, tanto por escribir y dialogar, ETNHOS, les hace esa invitación, con autenticidad y poder narrativo. Bienvenidos-as.
Por Romero Rodríguez
En el contexto de América Latina y el Caribe, el movimiento afrodescendiente ha experimentado un proceso de maduración política, conceptual y organizativa en las últimas décadas. Desde la histórica Conferencia Mundial contra el Racismo en Durban (2001) hasta la reciente instalación del Foro Permanente de Afrodescendientes en Naciones Unidas (2022), se han generado espacios para la articulación transnacional de demandas, saberes y estrategias.
Sin embargo, esta expansión también ha puesto en evidencia tensiones internas, divergencias ideológicas y crisis de representación que deben ser comprendidas para fortalecer su proyección histórica. Este artículo presenta una panorámica crítica de las principales líneas de pensamiento que conviven en el movimiento afro-latino y caribeño, las redes regionales que las articulan y las crisis que atraviesan.
Líneas de pensamiento:
Entre el reconocimiento, la identidad y la transformación estructural
La primera gran línea de pensamiento es la del reconocimiento étnico-racial y los derechos humanos. Se trata de una corriente centrada en la lucha por el reconocimiento legal, estadístico y político de las poblaciones afrodescendientes, con fuerte incidencia institucional. Este enfoque ha promovido avances como los censos étnicos, las cuotas laborales y educativas, y la creación de unidades estatales de equidad racial en varios países. Organizaciones como Mundo Afro (Uruguay), el Proceso de Comunidades Negras (Colombia) y la CONAFRO (Perú) han sido actores clave en esta línea, articulados regionalmente en redes como ARAC o el Foro Permanente de Afrodescendientes de ONU.
Una segunda línea fundamental es la afrofeminista y decolonial, que ha ganado gran relevancia en la última década. Desde una perspectiva crítica e interseccional, denuncia la invisibilización de las mujeres negras dentro del propio movimiento afro y dentro del feminismo hegemónico, así como la reproducción de lógicas coloniales y patriarcales. Sus referentes teóricos incluyen a Angela Davis, Lélia González y Ochy Curiel. La Red de Mujeres Afrodescendientes de América Latina y el Caribe, y la Marcha de las Mujeres Negras en Brasil, expresan esta corriente tanto en la práctica política como en la producción teórica y estética.En tercer lugar, emerge la línea culturalista-identitaria, centrada en la revalorización de las raíces africanas, las espiritualidades, las prácticas artísticas y la memoria histórica. Esta corriente reivindica el patrimonio cultural afro como forma de resistencia y de subjetivación política. A menudo se articula en espacios festivos, religiosos y comunitarios, como las comparsas de candombe en Uruguay, las cofradías en Honduras o los terreiros en Brasil. Si bien algunos la critican por un exceso de “folclorización”, otros la reconocen como forma válida de acción política.
Por último, una corriente más reciente —aunque con raíces históricas— es la pan-africanista y geopolítica. Esta línea articula el movimiento afrodescendiente con las luchas anticoloniales del África continental, promueve la cooperación Sur-Sur y revaloriza el proyecto político de la “Sexta Región” de la Unión Africana, que reconoce a la diáspora como parte integral del continente. En este marco, algunos sectores impulsan la participación en espacios como BRICS, CELAC y la Unión Africana, y proponen políticas de Estado que reconozcan a África como prioridad estratégica. La experiencia del embajador itinerante para África Subsahariana en Uruguay o los vínculos del Sahel con movimientos afro en el Caribe ilustran este enfoque.
Redes regionales: articulaciones posibles, agendas divergentes
En el plano organizativo, existen múltiples redes regionales que canalizan estas corrientes. Algunas, como la Articulación Regional Afrodescendiente de América Latina y el Caribe (ARAC), tienen mayor capacidad de interlocución política. Instancias como la Articulación Latinoamericana para el Decenio de los Afrodescendientes (ALDA. Otras, como la Red de Mujeres Afrodescendientes, han logrado posicionar temas de género, violencias y liderazgo. También han surgido plataformas juveniles, académicas y culturales que proponen nuevos lenguajes y agendas. No obstante, estas redes enfrentan importantes desafíos: agendas poco consensuadas, debilidad en la sostenibilidad financiera, dependencia de la cooperación internacional y fragmentación territorial. Las tensiones entre enfoques —reformistas, autonomistas o radicales— dificultan la construcción de una estrategia común.
Crisis internas: cooptación, fragmentación y renovaciones pendientes
Pese a los logros obtenidos, el movimiento afrodescendiente atraviesa una serie de crisis que ponen en riesgo su potencia transformadora.Una de ellas es la cooptación institucional: muchas organizaciones han ingresado en circuitos estatales o de cooperación internacional que, si bien han permitido avances en visibilidad, también han diluido la crítica estructural al racismo y al capitalismo racial. Esta situación genera una “ONGización” del movimiento, que a veces lo distancia de sus bases comunitarias.
Otra crisis es la fragmentación generacional y territorial. La emergencia de jóvenes liderazgos, muchas veces con enfoques más radicales o interseccionales, ha provocado tensiones con las dirigencias históricas. A su vez, algunas comunidades no se sienten representadas por las estructuras existentes, lo que genera un vacío de legitimidad y una baja participación en ciertos contextos.
Finalmente, existe una crisis programática: la falta de una estrategia regional común frente a fenómenos como la militarización, la precarización laboral, el cambio climático y la reconfiguración del poder global (BRICS, China, etc.). Sin una lectura geopolítica profunda y sin alianzas amplias, el movimiento corre el riesgo de quedar atrapado en una lógica de políticas focalizadas sin capacidad de transformación estructural.
Conclusión:
El movimiento afro-latino y caribeño es plural, vibrante y resistente, pero enfrenta el desafío de construir una agenda común sin sacrificar su diversidad interna. Para ello, es clave fortalecer la formación política, renovar liderazgos, profundizar el vinculo con África y con otras luchas anticapitalistas y descolonízales. Más que una identidad homogénea, lo que une a estos pueblos es una historia compartida de resistencia y un horizonte emancipador, anclado a la generación de nuevos paradigmas, pasando de la visibilidad a acciones que promuevan cambios estructurales en nuestras sociedades.
Por James Early
La ascensión del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump y el movimento ciudadano “Hacer que Estados Unidos Vuelva a Ser Grande, es un llamado urgente de atención y acción para los-as afrodescendientes en las Américas para resistir, porque debemos juntarnos a enfrentar las realidades ideológicas y políticas de autoritarismo y fascismo racial conectados en todos nuestros países.
Quiero compartir con los-as lectores-as un breve análisis sobre la crisis del Movimiento Afrodescendiente en la región y en ese sentido mirar las últimas políticas del “gobierno de Trump” con respecto a los afroamericanos.
ETHNOS, nos plantea un reto ineludible y es abordar de forma integral aquellos aspectos que complejizan la situación social, política, económica de nuestras comunidades y del propio movimiento como tal. Pensar en el movimiento Afrodescendiente en la región anclado con la política actual de EEUU, es un ejercicio necesario e importante, hacer un breve sumario del papel de las históricas políticas de Estados Unidos, en la formación y deformación de repúblicas caribeñas y latinoamericanas junto a la incidencia actual que hoy se práctica. La consecuente alza imperial del gobierno de los Estados Unidos de América ha sido a lo largo de los siglos en oposición a la plena soberanía, independencia y autodeterminación de las naciones y los pueblos en las Américas, imponiendo el neocolonialismo con la complicidad de las élites nacionales, lo que resulta en el aumento y consolidación de sociedades racializadas, la super explotación, discriminación, y deshumanización de mujeres, hombres, y niños afrodescendientes, que hoy en día se ve reflejado en un masivo y desproporcionado encarcelamiento, victimización por la violencia oficial y de los vigilantes; escuadrones de la muerte, y pobreza entre afrodescendientes través de las Américas.
Es así, que planteo las siguientes dos preguntas básicas: (1) ¿Cómo deberíamos entender lo que está sucediendo ahora políticamente en los Estados Unidos bajo la presidencia de un gobierno racista, misógino, fascista de Donald Trump y el movimiento social ”Make America Great Again" ciudadanos y ciudadanas, mayormente blancos, pero con apoyo de numerosos votantes afrodescendientes y de hombres, mujeres, y Latinos-as?
Y (2) Qué está en juego para los-as afroamericanos-as en los Estados Unidos y cuáles son las implicaciones para los-as afrodescendientes en todas las Américas?
Basta con decir que la política de los Estados Unidos ha entrado en una coyuntura impulsada por racistas de derecha, autoritarismo y gobernanza fascista bajo el presidente electo Donald Trump, apoyado estratégicamente por un cuadro bien organizado de expertos que durante décadas han estudiado y planeado el momento adecuado para tomar el control total del gobierno, con planes de posicionar este giro hacia el autoritarismo en todo el mundo—, ejemplificado en compartidas ideologias derechistas (por ejemplo, Trump, Bolsanaro, Bukele, Milei, Orban en Europa) y coordinación racista contra progresistas de la democracia social (Lula, Sheinbaum) y socialistas Miguel Diaz-Canel). Por lo tanto, cometemos un grave error de análisis geopolitico y de resistencia estratégica nacional y transnacional, si solo nos centramos en la situación política interna dentro de los Estados Unidos.
En general, la resistencia a MAGA-Trump es espontánea, fragmentada, sin una estrategia integral. En particular, los frentes afroestadounidienses contra MAGA-Trump a nivel social, son débiles. Dependiente en esperanzas a recuperar el control del congreso, con los afro congresistas electos que en su mayoría, casi no funcionan bien, y son en oposición a los y las electos progresistas y socialistas demócratas como Alexandria Ocasio-Cortez y Bernie Sanders.
El problema básico de los-as Afrocongresistas es que están severamente comprometidos ética y políticamente por la falta de una estrategia de resistencia y pensada solo desde aspiraciones para volver a la política del pasado ahora derrotada.
La resistencia afroestadounidiense es también más difícil por el apoyo de facto de afrocongresistas a la ocupación israelí y el genocidio contra los palestinos, y al aceptar la financiación del Comité de Asuntos Públicos de Israel de Estados Unidos, acto que los analistas políticos concluyen que fue la razón por la cual perdieron los votos para Kamala Harris en su campaña presidencial.
Sin embargo, una resistencia prometedora es evidente en muchos jóvenes activistas estadounidenses negros-as, notablemente alineados con el Movimiento Black Lives Matter, están educando y organizando la resistencia pública con el objetivo de avanzar, no de regresar a la política de costumbre.
Que hacer inmediatamente para protejer y movilizar afrodescendientes nacionales y transnacionales en nuestras Américas, para enfrentar el nexo de racismo y discriminación, y regímenes fascistas autoritarios de derecha, requiere reuniones estratégicas de afro-progresistas y socialistas, con claras propuestas, para impulsar una nueva agenda que recoja estas preocupaciones y que al mismo tiempo plantee nuevos enunciados movilizadores y articuladores de los diversos procesos afrodescendientes.
Propongo que debemos superar tendencias estrechas de nacionalismo-racial que con frecuencia produce industrias de anti-racismo y reparaciones que no buscan el poder estatal para asegurar sus derechos raciales, de ser mujer, derechos culturales y económicos, dejando de lado las políticas generales que define la nación y el mundo.
Yo, James Counts Early respondo a estas preguntas de la Revista Ethnos como un afroamericano nacido y residente en Estados Unidos, activista de anti-racismo y la justicia social de la Diáspora Africana, y un miembro fundador del original comité político de la Articulación Regional Afrodescendiente de América Latina y el Caribe, fundado "con la finalidad de reordenar la agenda política progresista y revolucionaria de las organizaciones afro en las Américas.”
Pastor Murillo
Miembro y Relator del Foro Permanente sobre los Afrodescendientes de las Naciones Unidas.
Mediante la Resolución A/RES/79/193 de 2024, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el Segundo Decenio Internacional de los Afrodescendientes (2025 – 2034), bajo los mismos temas que el primer decenio: el reconocimiento, la justicia y el desarrollo de los afrodescendientes y el mismo programa de actividades, sujeto a actualización, previa consulta con todas las partes interesadas. El consenso se logró luego de que varios países postergarán su aspiración de situar la cuestión de las reparaciones como eje central del Decenio y acogieran el Programa del primer decenio, sujeto a actualización.
Las deliberaciones en torno al Segundo Decenio pusieron de presente la importancia crítica de la cuestión de los afrodescendientes en un contexto de crisis global y sus grandes retos, incluidos la migración a gran escala; la crisis climática; la instrumentalización política del racismo, que incluye la teoría de la reconversión demográfica o recambio; la pérdida de la confianza en la democracia y en las instituciones; las tensiones en torno a las identidades de género y étnicas; el envejecimiento de la población en algunas regiones del mundo; y los impactos disruptivos de la inteligencia artificial, en particular, la profundización de la desigualdad y el sesgo algorítmico, que deriva en formas contemporáneas de discriminación.
Breve Balance del Primer Decenio 2015-2024. Se constata que el primer Decenio contribuyó de manera significativa a la sensibilización en torno a los desafíos históricos y contemporáneos a los que se enfrentan las personas y los pueblos afrodescendientes, así mismo, sirvió de plataforma para el reconocimiento de las injusticias y los legados históricos de la trata, la esclavización y la prolongación de sus consecuencias, en particular, tras los impactos desproporcionados de la pandemia del Covid-19 y el asesinato de George Floyd en los Estados Unidos como se evidenció en las movilización global y multiétnica, derivadas de tales hechos.
En el Decenio se adoptaron o se profundizaron nuevos marcos jurídicos, institucionales e instrumentales en los planos nacionales, regionales e internacionales que hoy configuran el corpus de la cuestión de los afrodescendientes, incluidas medidas de acción afirmativas en modalidad de cuotas para el acceso a la educación superior, el empleo público y la representación política, la titulación de tierras ancestrales y el reconocimiento de su importancia para la sostenibilidad del planeta; el reconocimiento constitucional del estatus de Pueblo Afrodescendiente en varios países y la visibilidad estadística, entre otros.
El establecimiento del Foro Permanente sobre los Afrodescendientes, así como los progresos con miras a una Declaración Internacional sobre la Promoción, la Protección y el Pleno Respeto de los Derechos Humanos de los Afrodescendientes, de las Naciones Unidas- que aún dista mucho de las metas aspiracionales de los afrodescendientes-, la cual se negocia a instancias del Grupo de Trabajo Intergubernamental sobre la Aplicación Efectiva de la Declaración y el Programa de Acción de Durban, en Ginebra, son importantes logros del primer Decenio Internacional y a su vez constituyen un factor dinamizador y articulador de la agenda global de los afrodescendientes que se enuncia en torno a la Justicia Reparadora, la Justicia Climática y Ambiental y la Justicia Digital e Inteligencia Artificial, bajo un enfoque que trascienda su condición de víctima y sus vulnerabilidades y ponga de relieve sus activos y potencialidades.
Estrategias para la acción efectiva en el segundo decenio. A instancias del Foro Permanente sobre los Afrodescendientes se han identificado un conjunto de estrategias y acciones que incluyan:
Rudy Amanda Hurtado Garces
Necesitamos enfrentar la propuesta reaccionaria de un proyecto político «afrocentrado», ni de izquieda ni de derecha. El mundo negro y el rojo son uno solo.
Entre otras cosas, esta victoria, sin precedentes en el país, mostró en primera plana el acumulado histórico revolucionario de las clases populares colombianas y por tanto del campo popular afrocolombiano, constituido este último principalmente por personas obreras, campesinas y por organizaciones antirracistas radicales. El triunfo del 19 de junio y, con él, el mapa electoral que quedó plasmado, reafirmó que existe desde siglos atrás un campo popular afrocolombiano con conciencia racial pero también con conciencia de clase; un campo popular afrocolombiano que se ha opuesto a la políticas de las élites y que a través de su voto dejó saber que es radicalmente progresista y de izquierda.
El campo popular afrocolombiano reeditó el «nosotros» a partir de los lenguajes insurgentes del republicanismo plebeyo. El voto negro legitimó el programa de gobierno del Pacto Histórico, lo cual representa un avance significativo en términos de sus intereses de clase. Las grandes mayorías del pueblo negro priorizaron un programa político para la redistribución de riquezas que históricamente han sido acumuladas por las élites a través del despojo a su fuerza de trabajo. Votar por el proyecto de Gustavo Petro y Francia Márquez no fue votar por ser representados sino por la posibilidad de avanzar en resolver problemas estructurales.Esta operación política, expresada desde el corazón del campo popular afrocolombiano, fractura la alianza etnicista identitaria neoliberal con la afroderecha internacional y con el fascismo global al reinscribirse en la lucha clases que siempre ha sido también la suya. Como indica el intelectual afroestadounidense Robin Kelly (1994): «el mundo negro y el rojo son ya uno solo». Adicionalmente, este momento histórico expuso públicamente una de las tensiones que durante más de tres décadas ha estado presente en el movimiento social afrocolombiano: la pelea interna por los marcos interpretativos y el programa político. En este contexto ha sido central el debate en torno a si el movimiento se circunscribe exclusivamente a reivindicaciones étnicas o se ensancha hacia la lucha de clases y el feminismo negro radical.
La correlación de fuerzas entre posturas exclusivamente etnicistas y las que proponen un proyecto amplio (antiracista, anticapitalista y antipatriarcal) para los pueblos se profundiza cada vez más. En el actual contexto, esto evidencia el agotamiento del proyecto de representación étnica auspiciado por el supremacismo blanco que ha tenido como uno de sus principales resultados la creación de una élite negra neoliberal que asciende a través de liderazgos individuales, aboga por políticas de representación y defiende discursos de lo afrocentrado. Dicho modelo de representación étnica se trata además de un proyecto que se centra en políticas identitarias esencialistas y que negocia con mercaderes de la identidad dispuestos a financiar y defender el genocidio contra el pueblo palestino y otros pueblos en el mundo mientras financian liderazgos negros que no toquen su poder imperial y que, por tanto, están desconectados de las luchas populares y de espaldas a la precarización absoluta de las condiciones materiales básicas de existencia de las mayorías afrocolombianas.
El modelo de inclusión racial restringido y limitado al pequeño «club del negro permitido» profundizó las desigualdades de clase al interior de la población afrocolombiana. Al respecto es importante señalar que Colombia es uno de los lugares de incubación del nacionalismo negro capitalista emergente a través del cual se busca instalar como consenso la idea de que el racismo antinegro se combate con el emprendimiento empresarial individual y con el ascenso y la movilidad económica de una minoría negra. Panorama que se repite de forma circular en todas las américas.La fuerza histórica del campo popular afrocolombiano constituida en voto progresista y de izquierda es rastreable al menos desde el plebiscito del Acuerdo de Paz en 2016 y las elecciones presidenciales del 2018 y 2022. A través de esta imagen continua fijó una voluntad colectiva y trazó el quehacer, dejando un mandato claro y preciso a los militantes del movimiento social afrocolombiano sobre sus prioridades, lo cual debe traducirse como el consenso irrevocable de las mayorías. Cualquier negociación por fuera de este marco es una traición al pueblo.
No obstante, este legado radical se ha visto amenazado en los últimos meses por las contradicciones entre el presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez. La distancia se hizo evidente durante la transmisión en vivo del primer Consejo de Ministros del 4 de febrero de 2025 y escaló con la publicación de los audios del golpista Álvaro Leyva, en los que este menciona a la vicepresidenta. Luego, el distanciamiento agudizó después de la intervención del presidente Petro en el Consejo de Ministros del 15 de julio (donde cuestionó la gestión del entonces ministro de Igualdad, Carlos Rosero, apelando a su condición racial, y criticó la administración de Francia Márquez en dicha cartera) y por las reiteradas declaraciones de la vicepresidenta en las que afirma que el gobierno del cambio es racista y patriarcal.
A partir de estos hechos, un sector del movimiento afrocolombiano ha impulsado en redes sociales y en columnas de opinión la tesis de que «tanto la izquierda como la derecha son racistas», y que el proyecto político debe ser afrocentrado y no debe alinearse ni con la izquierda ni con la derecha. Incluso se afirma que el gobierno progresista ha traicionado al pueblo afrocolombiano. La insistencia en esta tesis, además de derrotista, reaccionaria y ahistórica, es un dispositivo sumamente poderoso que golpea la estima del pueblo negro, desmoviliza el voto progresista y de izquierda afrocolombiano y desestima el papel del Estado popular como vehículo de transformación y puede tener el efecto de realinear el campo popular afrocolombiano con la afroderecha internacional.
Quienes no suscriben la síntesis ⎯izquierda y derecha son racistas⎯, son señalados o marcados como traidores del pacto racial. Tal como advierte bell hooks (2000), la solidaridad racial entre negros es utilizada por individuos con poder de clase para garantizar que sus intereses estén protegidos. Bajo la sombra del recurso identitario de la solidaridad racial se intenta inmovilizar y silenciar intervenciones que posicionan una postura crítica y radical para evitar que se expresen las contradicciones y quede en evidencia pública la codicia. Por eso es necesario quitarse la mordaza y, con amor al pueblo y a lo que somos, tensionar debates que aparecen como consenso pero que están lejos de lo que hoy viven las grandes mayorías negras en el país. Es necesario dejar ver el antagonismo y radicalizar posturas porque nos enfrentamos al monstruo que durante más de cuatro siglos ha gobernado desde la necropolítica haciendo las vidas del pueblo cada vez más precarias.Y no, no es lo mismo la derecha que la izquierda. Ese discurso que tanto gusta a los grandes mercaderes neoliberales a nivel global es impresiso y absurdamente peligroso. Las izquierdas, sin lugar a duda, deben avanzar en políticas y acciones cotidianas radicales antiracistas y antipatriarcales. Pero de ninguna manera estamos hablando de lo mismo. ¿Acaso las grandes reformas encabezadas por el gobierno del cambio, como la reforma agraria, la reforma laboral, la reforma a la salud, la reforma a la educación y la reforma pensional, no cambian las vidas de las clases populares afrocolombianas?
Sostener lo que hemos ganado hasta ahora implica insistir en políticas antirracistas con aspiraciones universalistas que pongan en el centro la redistribución de la riqueza y el poder hacia los sectores más precarizados de la sociedad colombiana. En ese sentido, el programa político del movimiento no se agota con la presencia de rostros afrocolombianos en altos cargos burocráticos, sino en la capacidad del campo popular afrocolombiano para incorporar y tramitar sus demandas en el Estado, sin la intermediación de la cooperación internacional o la filantropía sino directamente en lo que hoy llamamos partido-movimiento del Pacto Histórico. En ese sentido, me atrevería a decir que posiblemente estemos ante el nacimiento de una fórmula inédita que aporta el progresismo colombiano para superar las lógicas identitarias neoliberales esparcidas por el sistema-mundo capitalista.Necesitamos seguir imaginando la política desde los marcos del marxismo negro, la tradición radical negra, necesitamos seguir trasgrediendo el orden imperial, necesitamos seguir luchando juntas y juntos contra el fascismo y el autoritarismo. Nos necesitamos para materializar nuestras aspiraciones colectivas como clases populares; como dice Figueroa (2022), necesitamos un universalismo situado que reivindique de manera radical la noción de igualdad sin negar la especificidades de los grupos que las formulan, un universalismo situado que rompa con las lógicas particularistas del racismo. Quizás ese sea uno de los mayores legados del republicanismo popular.
Bibliografía citada
Kelley, R. D. (2022). Historia oculta de la rebelión negra. Levanta Fuego.
Campbell, Grace (escribiendo como Grace Lamb). Solo un partido favorece la igualdad racial. Daily Worker, 29 de octubre de 1928, p.5.
Jones, Claudia. Sobre el derecho a la autodeterminación del pueblo negro en el cinturón negro (Black Belt).
Figueroa, J. A. (2022). Republicanos negros: Guerras por la igualdad, racismo y relativismo cultural.
Crítica.Political Affairs, 25 nº. 1, enero de 1946, pp.67-77.